martes, 5 de julio de 2016

TERCERO BACHILLERATO SAN JUAN BAUTISTA FORMACION HUMANA


Realice un resumen del siguiente párrafo y ubiquelo en un arbolgrama  

Mensaje liberador de Monseñor Proaño ¿Cuál sigue siendo el mensaje liberador de Monseñor Proaño a la Iglesia y a la sociedad ecuatoriana?, es el tema de esta conferencia. Mons. Víctor Corral Mantilla 168 Para que haya mensaje es necesario que alguien lo transmita y para que sea liberador es necesario que el que recibe el mensaje se dé cuenta de sus esclavitudes, y se comprometa a ser libre. Una premisa necesaria, para comprender todo lo que dijo Monseñor Proaño, es entender que su mensaje liberador no es otro que el del Evangelio de Jesucristo. Así, él lo entendió, vivió y proyectó en toda su existencia. No necesitó de ideología, de partido político, de medios poderosos. Pero fueron los pobres y los indí- genas, los que no sólo recibieron el Evangelio que él les llevaba, sino que, a su vez, ellos le evangelizaban: es decir, le hicieron conocer, amar y seguir mejor a Jesucristo. La fidelidad a los pobres y a la Palabra de Dios hicieron crecer su espiritualidad, fueron origen de su profetismo e iluminaron toda su praxis pastoral. De su vida, pensamiento y de su praxis pastoral, saco algunos aspectos que son mensaje liberador para la Iglesia de Riobamba, y que pueden serlo también para ustedes. 1. Monseñor Proaño fue un seguidor fiel de Jesucristo “Monseñor Proaño era un hombre de fe, tenía ideas muy claras extraídas del Evangelio, al que tomaba en serio de forma valiente cargando con las consecuencias. Tal era la raíz de la que surge su vida cotidiana y las acciones en los momentos decisivos. Creyó en un Dios cercano, movilizador, horizonte último de la vida, de la justicia, del amor y la verdad. De ese Dios nos hablaba en sus homilías, en su oración frecuente y larga, en sus celebraciones con las comunidades. Creyó en Él a la manera de Jesús: creer en el Padre era, sobre todo, hacer real y efectiva la voluntad de Dios en las cosas cotidianas y en las cosas profundas de la vida. Era creer en la dignidad de hijos que Dios otorga al hombre, también a los pobres y marginados por eso fue un apasionado defensor de la Vida, especialmente de la vida de los pobres de la provincia de Chimborazo y del País, porque pensaba que la miseria toca el corazón mismo de Dios, es la negación de su voluntad divina. Por eso denunció el pecado, dijo que la miseria no es un destino natural de nosotros, sino el producto de estructuras injustas; es una ofensa a Dios porque es ofensa al hombre, al que da muerte y por eso es mortal. Dada su fe en el Dios de la vida, en el Dios del Éxodo, el pecado estructural era la más profunda con- 169 Mensaje liberador de Monseñor Leonidas Proaño tradicción con su fe y por ello no abandonó el ministerio profético; por ello propició y luchó por soluciones justas a favor de los pobres, en especial los indígenas; creyó en un Dios sensible ante el clamor de los explotados, que· baja a liberarlos. Esa voluntad divina de liberación tenía que ser hecha eficaz. Esta es la razón por la que estuvo del lado de los pobres, no por cálculo político sino basado en su fe en Dios liberador de los oprimidos. Siendo un hombre de paz y a pesar de propiciar soluciones pacíficas, Monseñor Proaño aceptó por su fe, el misterio del conflicto que causa el pecado, y aceptó que ese pecado sólo puede ser superado mediante la lucha contra él Por esa fe que busca la justicia asumió que los pobres, los de abajo, deben liberarse ellos mismos, como gestores de su propio destino. Arriba están los dioses del capitalismo absolutizado y sus servidores: en cambio al Dios de la liberación hay que encontrarlo abajo. Por esa su fe, Monseñor Proaño impulsó todos los movimientos justos del pueblo que lleven a su liberación, a la Nueva Sociedad de hombres nuevos, los hombres del Reino. Las federaciones de Cabildos, Cooperativas, federaciones, barrios, organizaciones juveniles, sintieron el apoyo del Obispo. Creyó en el Dios de la Verdad, para ser libres y para tener la Verdad como arma de lucha exitosa, pues en su misma expresión conlleva la propia eficacia. Monseñor Proaño creyó en el Dios de lo nuevo, no se asustó de la novedad de la historia, al contrario, hizo de esa novedad vehículo de su fe en Dios. Por eso, a nivel personal, supo crecer, cambiar y convertirse continuamente, para mostrar la verdadera humildad de los que creen en Dios. Vibraba siempre de manera nueva y distinta ante la experiencia de la fe y por eso comprendió de manera original su ministerio episcopal. En su gestión como Obispo, muchos reconocen lo novedoso de su acción y de su teología. Monseñor Proaño creyó en el Dios de los pobres. Ellos son el camino para creer en Dios, y ellos fueron sus maestros en la fe, él mimo confiesa que fue evangelizado por los valores positivos que encontraba en ellos; en “los crucificados de la historia”, en especial en los indígenas”. (Cf. Mons. Proaño. Reflexiones sobre sus enseñanzas” P. Estua

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